Postrado en su lecho de muerte, el astrónomo de 70 años hacía un esfuerzo supremo por leer. En sus manos tenia un documento que el mismo había escrito y que estaba listo para ser publicado. Lo supiera o no en obra revolucionaria el criterio predominante sobre el universo y además provocaría una acalorada disputa dentro de la cristiandad. Aun hasta nuestros días perduran los efectos de dicha controversia.
EL hombre moribundo era Nicolás Copérnico, un padre católico. Corria el año 1543.
En su obra, titulada sobre las revoluciones de las orbes celestes, afirmaba que el centro del sistema solar era el sol no la tierra. Copérnico realizaba el estudio del sistema geocéntrico que colocaba a la tierra en el centro del universo.
Al principio había pocos indicios del conflicto que surgiría posteriormente, Por un lado Copérnico había sido discreto al presentar sus ideas.Por otro lado la conciencia religiosa había adoptado de que todos los cuerpos celestes tenían como centro, nuestro planeta, parecían ser más tolerantes con la especulación científica religiosa incluso instó a Copérnico a publicar su libro. Cuando por fin lo hizo, un temeroso editor redactó el prefacio en el que presentaba la teoría Heliocéntrica al concepto de que la misma gira en torno al sol como un ideal matemático, no necesariamente como una verdad astronómica.
El siguiente participante del conflicto fue el italiano Galileo. A diferencia de Copérnico, Galileo era intrépido y vehemente al exponer sus ideas. Hizo un ambiente religioso mas hostil, pues para ese tiempo la conciencia religiosa se había declarado en contra de la teoría copernicana. Por eso cuando Galileo sostuvo que el sistema heliocéntrico no solo era correcto, sino que estaba en armonía de las escrituras la iglesia consideró que aquello se acercaba religiosamente a una herejía. Aunque Galileo fue a Roma para defenderse, no tuvo éxito.
En 1916 la conciencia religiosa le ordenó que dejara de quemar la teoría Copernicana, y lo silenció por algún tiempo, incluso fue condenado a cadena perpetua. Estos sucesos demuestran ese conflicto entre la ciencia y la conciencia religiosa y que ha permeado al mundo entero.
Muchas preguntas están en el ambiente a las que no siempre se dan la respuestas correctas ¿Son ciencia y religión incompatibles y opuestas? ¿Ha perseguido la Iglesia a los científicos? ¿Murió Galileo en la hoguera condenado por la Inquisición? ¿Han condenado los papas la teoría de la evolución? ¿Son la mayoría de los científicos materialistas y ateos? El tema necesita de una reflexión seria y serena que examine la relación entre ciencia y religión como formas de conocimiento y fenómenos sociales, y cómo ha sido esta relación a lo largo de la historia, en especial, en relación con el cristianismo.Nadie puede hoy dudar que la ciencia y la religión son, sin lugar a dudas, las dos grandes visiones sobre el mundo. Aunque hay otras visiones, como la artística, estas dos tienen una extensión y fuerza que las sitúan como las dos más importantes maneras de mirar al mundo. En general, podemos decir que la ciencia trata de comprender la naturaleza del mundo material que nos rodea, cómo ha llegado a ser, cómo lo conocemos y qué leyes lo rigen. La religión, por otro lado, trata de lo que transciende el mundo material y pone al hombre en contacto con lo que está más allá, lo numinoso, lo misterioso, en una palabra con el misterio de Dios y su relación con el hombre y el universo.
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